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Murallas y Ciudadela de Pamplona

Vista aérea de la Ciudadela de Pamplona

Vista aérea de la Ciudadela de Pamplona

El conjunto fortificado de Pamplona, construido entre los siglos XVI y XVIII, es uno de los recintos abaluartados mejor conservados de toda Europa. Su ocaso se produjo en el siglo XIX, debido a su ineficacia frente los avances de la artillería y al gran crecimiento demográfico, que exigía una ampliación de la trama urbana. Pamplona celebró como un gran acontecimiento el derribo de parte de sus murallas, de 1915 a 1921.

En 1324, Carlos el Calvo otorga la carta de repoblación que viene a fomentar la reconstrucción de la Navarrería, que es destruida en la guerra civil de 1276. En ella, un ejército francés, en ayuda de los burgos de San Cernin y San Nicolás, arruina la ciudad de la Navarrería, que se había alzado contra la reina doña Juana. Tras la contienda, en la que se destruye el núcleo fundacional de la Pamplona goda, sólo queda en pie la catedral.

Pamplona, por tanto, después de la carta de repoblación se encuentra dividida en tres núcleos, cada uno con sus respectivas murallas: 

  • La Ciudad de la Navarrería 

Es el enclave más antiguo de Pamplona.

Parroquia: la Catedral, en la que se coronaban los reyes.

Población: labradores navarros. Acoge, además, el barrio judío. 

  • El Burgo de San Cernin 

Nace con el Camino de Santiago. 

Parroquias: San Saturnino (para la población franca del burgo, comerciantes, cambiadores, etc. todos ellos burgueses) y en la Puebla Nueva los labradores, cuya parroquia es San Lorenzo.

Población: francos, mercaderes y gentes de oficio. 

  • La Población de San Nicolás 

Nace con el Camino de Santiago.

Parroquia: San Nicolás.

Población: francos y navarros. En 1423, con el Privilegio de la Unión, Carlos III El Noble unirá los tres burgos en una única jurisdicción: el Ayuntamiento, en su ubicación actual. Esto supondrá el fin de los conflictos armados internos y el nacimiento de Pamplona como ciudad unificada.

Fadrique Álvarez de Toledo, Duque de Alba, al mando del ejército Castellano, conquista Pamplona, unificada tras el Privilegio de la Unión de 1423. La ciudad se somete a la obediencia del rey Fernando el Católico sin oponer resistencia. En nombre del rey, el Duque promete a los pamploneses que se les guardarás sus fueros, privilegios y costumbres.

En el mismo año de 1512, pocos meses después de la conquista castellana de la “cabeza del reino de Navarra” (Pamplona), un poderoso ejército Franco-Navarro de 15.000 hombres asedia Pamplona para intentar reconquistarla. Fracasan en su intento.

Este ataque les hizo ver la necesidad de mejorar la defensa de la ciudad: en 1513 empiezan a edificar la fortaleza o castillo de Santiago.

El 19 de mayo de 1521 Pamplona capitula ante el ataque de un contingente francés de 12.000 hombres apoyado además por las tropas agramontesas; no obstante, el castillo de Santiago resiste todavía y dentro de él, el ejército castellano del emperador Carlos V. Los franceses sitúan su artillería dentro de la ciudad y atacan desde ella al castillo. El alcaide Herrera, dentro del castillo, no duda en abrir fuego hacia la población, causando estragos. Íñigo de Loyola, gentilhombre del Duque de Nájera, es herido gravemente en la pierna derecha mientras colabora en la defensa del castillo. Los franceses demostrarán su abrumadora superioridad artillera rompiendo sus muros, lo que provoca la capitulación del ejército castellano. Las defensas de Pamplona, especialmente el castillo, quedan seriamente dañados.

Al iniciarse la guerra en 1542 (Guerra Italiana 1542-1546) el emperador encarga al duque de Alba el reconocimiento de varias plazas, entre ellas la de Pamplona. Le acompaña el prestigioso ingeniero Luis Pizaño, figura eminente de las fortificaciones Españolas. Como fruto de su visita se llevan a cabo las siguientes mejoras: se aumentan los bastiones y se les añaden casamatas para albergar más piezas de artillería; se derriban las antiguas torres medievales; se abren troneras y se levantan parapetos. Los muros se ataluzan y se hacen más gruesos, se cierran puertas y se derriban padrastros o puntos dominantes que perjudicaban a la fortificación, como la torre de San Nicolás, que se derribó por estas fechas. Del precio para compensar su derribo salió un terno de terciopelo carmesí.

A pesar de las mejoras, el ingeniero Juan Bautista Antonelli emite en 1569 un informe muy negativo sobre las posibilidades defensivas de Pamplona. Es preciso ejecutar un “muy principal castillo”. 

Felipe II, atendiendo al informe de Antonelli, encarga el diseño al ingeniero más prestigioso de la época, Jacobo Palear Fratín. En 1571 están listas las trazas del nuevo castillo renacentista: la Ciudadela. Las obras durarían más de 30 años.

Para Felipe II el diseño de las fortificaciones de Pamplona tiene una importancia capital.

Uno de sus mejores ingenieros militares, el italiano Giacomo Palearo (Jacobo Palear), llamado El Fratín, es el encargado de llevar a cabo el proyecto para fortificar Pamplona “a la moderna”. Para ello imita las fortalezas pentagonales construidas en Turín y Amberes.

En 1571, el virrey Vespasiano Gonzaga, hombre culto y gran entendido en el arte de atacar y defender plazas fuertes, ponía la primera piedra.

A finales de 1.588, está en Pamplona Tiburcio Spannocchi, uno de los grandes expertos de Felipe II (que reinó entre 1.556-1.598) en materia de fortificaciones. Propone mejoras, tanto en la Ciudadela como en el recinto amurallado, que plasma en una maqueta o modelo.

El rey Felipe II y su hijo, el príncipe Felipe, visitan Pamplona en 1592 para jurar los Fueros del Reino y, además, para comprobar personalmente la ciudadela y observar el estado de sus obras. Su impresión fue altamente positiva. 

En 1.601 Spannocchi fue nombrado por Felipe III “Ingeniero Mayor de los Reinos de España”, que significaba la superintedencia y supervisión de todas las fortificaciones de la Metrópoli y Ultramar.

Si bien se dan por terminadas las obras de la Ciudadela en 1645, al finalizarse las cinco medialunas exteriores, se seguirán perfeccionando las defensas a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Poco después de 1645, por ejemplo, las medialunas son consideradas demasiado pequeñas y carecen, además, de revestimiento, por lo que se propone ampliarlas y encamisarlas (forrarlas exteriormente) con sillares. Por otro lado, la guarnición en el interior de la Ciudadela es insuficiente.

El 23 de abril de 1646 llega a Pamplona el rey Felipe IV con el príncipe Baltasar Carlos. De esa visita queda el famoso cuadro de Martínez del Mazo en el que aparece la comitiva parada delante de la puerta principal de la Ciudadela.

El mayor cambio que sufre la Ciudadela posteriormente a su construcción es la creación de dos contraguardias del lado de la campaña: la de Santa Clara y la de Santa Isabel. Ejecutadas poco después, la aportación es obra del ingeniero Esteban Escudero, cuyo informe data de 1685. En estas defensas está labrado el escudo del virrey D. Enrique Benavides.

El año de1726 marca un hito importantísimo en la historia de las fortificaciones de Pamplona: el ingeniero Jorge Próspero de Verboom entregará un proyecto general, para la Ciudadela y para la Plaza (el recinto de la ciudad), que se seguirá a lo largo de todo el siglo XVIII.

Verboom, discípulo de Vauban (ingeniero francés que llevó la fortificación bastionada del siglo XVII a su máxima perfección), crea un doble recinto de fortificaciones en las partes más expuestas mediante obras avanzadas que podían defenderse desde el recinto principal y se flanqueaban mutuamente. Su objetivo: retrasar los trabajos del sitiador. Con su proyecto, además, consigue un equilibrio entre la importancia estratégica de la plaza, los medios económicos de los que se disponía y la guarnición necesaria para defenderla.

Pamplona presenta su configuración actual: se han ejecutado los dos ensanches. Para paliar el hacinamiento y la falta de higiene de la Pamplona amurallada ésta debe crecer más allá del recinto fortificado. En 1888 se procede a la demolición de los baluartes de la Victoria y San Antón, además del revellín situado entre ellos. Se edifica el Primer Ensanche.

Desde 1918 hasta 1921 se lleva a cabo el derribo iniciado de forma simbólica en 1915: se eliminan fortificaciones desde la Ciudadela hasta el baluarte de Labrit. Su desaparición hizo posible el trazado y construcción del Segundo Ensanche.

Prácticamente la totalidad de las fortificaciones de Pamplona han sido restauradas o su restauración está en proyecto. En 1964 el Ejército cede al Ayuntamiento la Ciudadela de Pamplona. 

A partir de 2004, el Área de Proyectos Estratégicos del Ayuntamiento de Pamplona, con apoyo del Área de Patrimonio Arquitectónico de la Institución Príncipe de Viana, promueve la restauración de las Fortificaciones de Pamplona. Con al menos 11 obras ejecutadas o en proyecto, Pamplona se sitúa a la cabeza de las ciudades españolas en inversión económica para recuperación de su Patrimonio. 

En el 2010 el Fortín de San Bartolomé se restauraró y rehabilitó como Centro de Interpretación de las Fortificaciones de Pamplona.

Horario: de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00. Lunes cerrado. 

LA CIUDADELA

Junto con la circundante Vuelta del Castillo constituye el gran pulmón verde de Pamplona. Un espacio de 280.000 metros cuadrados cuyos pabellones, fosos, baluartes, revellines, fortificaciones, edificios menores y glacis son hoy lugares públicos de ocio, deporte y cultura. La Ciudadela, referencia urbanística de Pamplona, está considerada además como el mejor ejemplo de arquitectura militar del Renacimiento español y uno de los más destacados conjuntos defensivos de Europa

La Ciudadela nació para proteger Pamplona del enemigo, a instancias del rey Felipe II, quien la mandó construir en 1571 con el fin de hacer frente a las constantes incursiones del ejército francés. Su estructura original tenía forma de pentágono regular con cinco baluartes en los ángulos, pero la construcción del Primer Ensanche de la ciudad obligó al derribo de dos de ellos. Los restos del de San Antón salieron a la luz con la construcción del Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, Baluarte y fueron integrados en el diseño del edificio. 

Descubra la imponente Ciudadela adentrándose en ella a pie por la Avenida del Ejército o por la Vuelta del Castillo.

El ingeniero militar italiano Giacomo Palearo, "el Fratín", fue el artífice de este sofisticado sistema defensivo, de moda en la época y similar al existente ya por aquel entonces en la ciudad belga de Amberes. En el siglo XVIII el recinto se rodeó con un sistema de contraguardias, caminos cubiertos, medias lunas y escarpas. Llegó a convertirse en cárcel, recibiendo entre sus rejas a personajes ilustres de la talla del ministro Urquijo o el conde de Floridablanca. 

La Ciudadela fue tomada una vez. En 1808, aprovechando una gran nevada, el ejército francés acertó a ocupar la fortificación ante la confusión del lanzamiento de bolas de nieve entre ambos bandos. 

Ya en el siglo XX, en 1964, la Ciudadela de Pamplona fue entregada al consistorio pamplonés que se encargó de su remodelación otorgándole un uso público. Es escenario de actos multitudinarios como el lanzamiento de fuegos artificiales todas las noches de San Fermín. Además, combina su uso recreativo con el de recinto cultural, ya que la conservación y remodelación de antiguos edificios militares ha permitido su uso actual como sede de exposiciones y muestras culturales, sobre todo de arte contemporáneo. Hablamos del Polvorín y el Pabellón de Mixtos, los más antiguos, y la Sala de Armas, de finales del XVIII, junto con el Horno.

Pabellones, fosos, baluartes, revellines y glacis salpican el recinto amurallado dentro de un agradable parque público, sólo abierto a peatones, donde no faltan senderos, una plazoleta central con fuente, una treintena de diferentes especies arbóreas, diversas obras de famosos escultores (Jorge Oteiza -visite su casa-museo en la localidad de Alzuza, a 8 km. de Pamplona-, Néstor Basterretxea, Vicente Larrea, Alberto Eslava...) y una zona de ocio infantil. 

Para adentrarse en la Ciudadela, hay cinco puertas. Las más transitadas son la Puerta del Socorro y la entrada principal en la Avenida del Ejército. A la primera se accede por la Vuelta del Castillo, atravesando un puente sobre los fosos que en su día fue levadizo. La segunda destaca por su sobriedad renacentista. En esta última y tras atravesar la muralla, se llega al Cuerpo de Guardia, un edificio que hoy se usa como oficinas municipales. 

La Ciudadela está abierta sólo durante el día y en ella está prohibida la circulación de todo tipo de vehículos, incluidas las bicicletas. El acceso a los fosos está libre de horarios, pero se recomienda no transitarlo en horas nocturnas.

Localización

Latitud: 42.815551   |   Longitud: -1.639001

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Teléfono: (+34) 948 420 100

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