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La otra Menorca: etnografía y la cultura del caballo menorquín

Aunque lo normal es asociar la paradisíaca isla de Menorca como un enclave único para disfrutar de algunas de las mejores playas del mundo, la realidad es que hablamos de un lugar que tiene muchísimo más que ofrecer al visitante. Declarada Reserva de la Biosfera en 1993, una amplia variedad paisajística y rincones de alto valor ecológico se entremezclan con el legado cultural de la mano del hombre. Menorca, gracias a su estratégica ubicación en el Mediterráneo y a su peculiar orografía costera, con ejemplos como Mahón, el segundo puerto natural más largo de Europa, ha tenido un peso geopolítico muy importante a lo largo de la historia. Prueba de ello es que la isla estuvo ocupada por los británicos y los franceses en diferentes etapas y, aún hoy, son muchas las huellas impasibles al tiempo que así lo atestiguan. Con todo, más allá de este peso de la historia, Menorca da cobijo a numerosos recursos a nivel cultural, etnográfico y gastronómico, cuya verdadera dimensión trasciende una mera variedad de propuestas turísticas, sino que suponen una muestra del modo de vida y del carácter del menorquín, forjado durante siglos.

Rara vez un animal se identifica tanto con una tierra como el caballo menorquín con Menorca, aunque este sea un aspecto no tan conocido para el gran público. Menorca es ecuestre, no en vano se dice que hay más caballos que menorquines y existe una arraigada cultura del caballo en la isla cuyo origen es muy antiguo, en torno a una raza preservada a lo largo de los siglos y que ha tenido una importancia capital en su día a día. Hablar de Menorca es hablar, además, de oficios artesanos que han sido un pilar para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, del mundo de la piel y de las tradicionales abarcas, cuyos orígenes ligados al mundo payés han derivado en un calzado de moda característico y muy ligado a la isla. Sin olvidar productos artesanos como el queso de Mahón o razas ganaderas autóctonas como la vaca menorquina, que luchan por mantenerse más vivos que nunca. Un conjunto de atractivos que esperan al visitante para ofrecerle una experiencia singular y única.

CURIOSIDADES Y DATOS A TENER EN CUENTA

  • EL CABALLO MENORQUÍN: Los orígenes de esta raza autóctona tan ligada a la idiosincrasia menorquina puede estar en caballos meridionales de la península. Pariente cercano del caballo mallorquín y del catalán, ya extinguido, el hecho de que Menorca haya sido lugar de paso de tantas y tantas civilizaciones y movimientos comerciales a lo largo y ancho del Mediterráneo, junto a la insularidad, fueron forjando poco a poco sus particulares características, influenciado por el cruce con otras razas equinas. El CABALLO MENORQUÍN no se entiende sin comprender su rol dentro de las diferentes fiestas y celebraciones que tienen lugar por todos los pueblos de la isla, una circunstancia que ha llegado a nuestros días, empezando por las afamadas fiestas de SANT JOAN EN CIUTADELLA. En un contexto histórico en donde los animales eran valorados y seleccionados en función de su capacidad para el trabajo agrícola o bien por ser fuente de recursos alimentarios, su papel protagonista en las fiestas populares explica en buena medida que un caballo tan elegante y ágil, más que fuerte, haya perdurado en el tiempo. Hay otras justificaciones históricas que no se pueden obviar. Su agilidad, manejabilidad y velocidad le otorgó mucha importancia en una vertiente militar, ya que permitía una gran movilidad por la isla y rapidez para atajar posibles ataques. A partir de 1301, Jaume II de Mallorca organizó la defensa de Menorca en torno al caballo menorquín, debido también a que era muy pragmático. Hasta mediados del siglo XIX, la red de caminos de Menorca no permitía el paso de carruajes, así que no sólo la defensa militar dependía de ellos, sino también la práctica totalidad del transporte de mercancías y personas. En este contexto, hay que destacar el denominado CAMÍ DE CAVALLS, un recorrido de 185 kilómetros que da la vuelta a la isla, que originariamente tenía un uso militar y por el que transitaban los caballeros a lomos de los caballos menorquines. Hoy en día, el Camí de Cavalls está recuperado y mantiene prácticamente su trazado original. Constituye el GR 233, un sendero de Gran Recorrido que se puede disfrutar por etapas, no sólo en caballo sino también practicando trekking, BTT o senderismo. Una oportunidad única de conocer a fondo la costa menorquina y algunos de sus rincones con mayor atractivo medioambiental y cultural, a través de un recorrido con gran peso histórico para Menorca.
  • LA CULTURA DEL CABALLO: La importancia del caballo menorquín a lo largo de los siglos ha favorecido una incipiente cultura en torno a esta raza autóctona. Una cultura que abarca desde costumbres y actividades ligadas a su doma y papel en las fiestas, hasta oficios vinculados a la guarnicionería, la herrería o los bordados con los que se engalanan. La DOMA MENORQUINA, el estilo en el que se monta el caballo en las fiestas, se caracteriza por sujetar las riendas (ya sean dos o cuatro) sólo con la mano izquierda, alternando el trote con los BOTS o levantadas. Debido a que antiguamente el caballo no se entrenaba, sino que iba directamente del campo a la fiesta, su comportamiento a veces llegaba a ser muy salvaje, levantándose frente a la multitud y gentío de personas en actitud defensiva. Cuánto más se levantaba un caballo, más gustaba al público. Con el paso del tiempo se ha llegado a entrenar a los caballos para que hagan los BOTS y además hagan caso a los jinetes de forma controlada. En la actualidad, son muchos los clubes de hípica en Menorca especializados en doma menorquina. Además, durante las fiestas, los caballos van engalanados con BORDADOS hechos a mano que combinan colores entre el caballo y el jinete. Gracias a las especiales características de la GUARNICIONERÍA menorquina, cuya silla tiene un respaldo que permite al jinete encontrar un apoyo en la espalda cuando el caballo se levanta, la DOMA MENORQUINA se ha podido perfeccionar. No podemos obviar una pieza clave en toda esta cultura del caballo, ya que se ha hecho imprescindible a lo largo de los siglos la figura del HERRERO, hombres muy sacrificados cuya función era la de proteger las caballerías con las HERRADURAS, que protegían los cascos como si fueran zapatos. Un oficio ligado al yunque y a los clavos de herrar, que en Menorca ha mantenido su relevancia hasta la actualidad debido a la abundancia de caballos.
  • ANTIGUOS OFICIOS y MUNDO RURAL: Hasta la llegada del turismo, Menorca ha sido una isla eminentemente rural. Este carácter intrínseco al ADN del menorquín y la necesidad de supervivencia a lo largo del tiempo hicieron aflorar oficios artesanos para poder aprovechar mejor los recursos del entorno. De todos ellos, destaca uno especialmente, el de ARADER, un carpintero artesano que se dedicaba a elaborar todo tipo de herramientas y utensilios necesarios para las diferentes tareas agrícolas: arados, azadón, azuelas, horcas, carros o las famosas BARRERAS menorquinas. A pesar de la herramienta que da nombre al oficio eran los ARADOS y que, en general y antes de la industrialización, era un oficio fundamental para el día a día de los campesinos menorquines, los ARADERS han llegado a nuestros días gracias a las BARRERAS. Unas puertas o vallas construidas con leña de acebuche que, originariamente, servían para delimitar campos y para dejar o cerrar el paso al ganado y que hoy en día se pueden ver no sólo en el campo menorquín sino en muchísimas casas y conjuntos residenciales. Otro elemento muy importante, cuyo origen está en el mundo rural menorquín, son las ABARCAS. Un calzado fuerte, flexible y sencillo, que permitía a los campesinos adaptarse y caminar perfectamente por terrenos normalmente pedregosos y a veces escarpados. Por aquel entonces, toda la materia prima de las abarcas era de piel animal, con cuero vuelto de vaca. Luego, a principios del siglo XX, se comenzó a aprovechar neumáticos de caucho gastado e inservible para confeccionar una suela con más agarre, resistencia e impermeable a la humedad del campo. Todo el proceso de elaboración de las abarcas ha sido artesanal y era cada campesino el que año tras año, al principio de la temporada estival, se encargaba de fabricarse las suyas, cosiendo a mano con una aguja punzón. Con la aparición de la máquina de coser, poco a poco la producción fue en aumento y comenzaron a aparecer los primeros artesanos que, a partir de los 60, generalizaron su uso no sólo para la gente del campo sino para toda la población de Menorca. En los 80 surgieron nuevos modelos de ABARCAS, fabricadas con materiales y formas diversas, con lo que poco a poco se fueron poniendo cada vez más de moda hasta convertirse en todo un icono identificativo de la isla, exportándose a todo el mundo.
  • GASTRONOMÍA Y RAZAS AUTÓCTONAS: Hablar de un recurso gastronómico capital en la isla de Menorca es hablar del queso de Mahón. Un queso elaborado con leche de vaca, con un proceso de elaboración y técnicas de envejecimiento tradicionales, lo que unido a factores geoclimáticos como la temperatura, la humedad y la luz, han dado como resultado un producto singular y único. Existen dos tipos de queso, que se diferencian según el tratamiento previo de la leche: el queso Mahón-Menorca artesano, elaborado con leche cruda acabada de ordeñar, sin ningún tratamiento de conservación, y el queso Mahón-Menorca con leche sometida a tratamientos de refrigeración o pasteurización. Una cuestión candente, en el marco de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Mahón-Menorca es que no se distingue el origen de la leche. En la actualidad, la práctica totalidad procede de explotaciones ganaderas de vaca frisona, una raza originaria de Holanda y que produce en mayor cantidad, en detrimento de la VACA MENORQUINA, una raza autóctona de Menorca que estuvo a punto de desaparecer y que, gracias al empuje de algunos ganaderos agrupados en la Asociación de ganaderos de ganado vacuno de raza menorquina se ha mantenido viva.
  • NATURALEZA Y RIQUEZA MEDIOAMBIENTAL: Menorca guarda en sus entrañas un rico patrimonio no sólo cultural sino también medioambiental y ecológico. Por todo ello fue nombrada Reserva de la Biosfera en 1993. Se trata de una isla prácticamente llana, con dos regiones geológicamente bien definidas: la de Tramontana, al norte, con un perfil abrupto y un litoral muy recortado, y la de Migjorn, al sur, de relieve suave, profundos barrancos y playas de ensueño. En Menorca se puede disfrutar de un variado paisaje natural, con paisajes rurales, senderos, bosques, barrancos y un mar espectacular. Una visita obligada a nivel medioambiental, núcleo relevante de la Reserva de la Biosfera, es el Parque Natural de S’ALBUFERA DES GRAU, en la parte noroeste de la isla. Una extensa área con dos humedales (s’Albufera des Grau y es Prat de Morella), lugares de paso de numerosas aves migratorias, junto con zonas de litoral marítimo, un islote y fincas en donde se practican actividades agrarias tradicionales.

UN POCO DE HISTORIA

Menorca, al igual que el resto de las Baleares, ha sido históricamente un lugar de paso de numerosas civilizaciones. Los primeros vestigios de la huella del hombre datan del 3.000 a. C. y, en la actualidad, aún se conservan más de un millar de monumentos megalíticos clasificados. Los primeros TALAYOTS, unas torres de enormes dimensiones con una función de vigilancia, marcaron el máximo esplendor de la cultura megalítica en la isla. Época de la que también quedan otros testimonios arquitectónicos como las NAVETAS, con forma de nave invertida, utilizadas como habitáculos o como enterramientos.  Las TAULAS, dos enormes piedras colocadas en forma de T, también son muy significativos y se encuentran en diferentes puntos de la isla, aunque su función no está del todo clara. Entre los años 1.400 y 300 a. C., fenicios, griegos y cartagineses frecuentaron los puertos menorquines, plazas importantes en numerosas vías comerciales que transitaban el Mediterráneo.

Siglos más tarde, ya en la era moderna, Menorca fue una isla muy codiciada por algunas de las principales potencias europeas, ya que constituía un enclave estratégico en el Mediterráneo. Sólo durante el siglo XVIII, la isla pasó por tres períodos de ocupación británica, intercalados por una breve ocupación francesa y por un retorno a la Corona española, que en 1802 acabó recuperándola definitivamente. Un dato curioso, que explica lo fácil que hubiese sido que la historia de la isla fuese diferente, es que el mismo tratado por el que el Peñón de Gibraltar pasó a manos británicas (aún lo sigue siendo en la actualidad), el Tratado de Utrech, firmado el 14 de Abril de 1713, fue el mismo por el que Menorca pasó por primera vez a manos inglesas.

Aún hoy es posible observar y disfrutar de numerosos vestigios de estas ocupaciones. Sin ir más lejos, el  CAMÍ D’EN KANE es un sendero de 20 kilómetros que tomó el nombre del primer y más notable gobernador inglés, sir Richard Kane, que residió en el Castillo de San Felipe (Mahón). Transitar por este camino supone descubrir algunos de los paisajes más rurales de Menorca. Parte de Mahón y llega hasta Es Mercadal, está perfectamente asfaltado y señalizado. En su día, durante la ocupación británica en el siglo XVII, cruzaba el territorio menorquín como principal eje de las comunicaciones de la isla. No es el único ejemplo, la POMADA es un tipo de ginebra mezclada con limón, cuyo origen data de principios del siglo XVIII, con la llegada de los británicos. Cuenta también una leyenda que la salsa MAHONESA tuvo su origen en una improvisada receta a base de yema de huevo, aceite y sal que un payés ofreció al Duque de Richelieu, en plena campaña bélica francesa tratando de conquistar Menorca.

Localización

Latitud: 39.97192390120643   |   Longitud: 4.029150009155273

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