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El Camino de la Vera Cruz

El Camino de la Vera Cruz rememora y pone en valor el viejo Camino de peregrinación, desde los Pirineos hasta la Ciudad Santa de Caravaca de la Cruz, teniendo como motivación principal la relación histórica documentada de la presencia de los Caballeros de la Orden del Temple en esta tierras en el siglo XIII. Cuando llegó con ellos una astilla de Lignum Crucis, relacionando algunas de las principales encomiendas y casas de la Orden de la Corona de Aragón y el Reino de Murcia y con la afluencia de peregrinos a Caravaca en los siglos posteriores.

 

UN POCO DE HSTORIA

En este sentido no han faltado hipótesis que señalen a la Orden del Temple como portadora del lignum crucis  desde su legendario origen en Jerusalén, coincidiendo seguramente con la sexta o séptima de las  Cruzadas, hasta Caravaca.

Lo cierto es que esta orden militar quedó establecida en Caravaca en el siglo XIII, constituyendo una importante bailía en la que hizo su aparición la Vera Cruz, siendo seguramente esta institución la iniciadora del referido culto.

Es por esto que no es descartable la posibilidad de cierto trasiego entre componentes de la Orden y bailías o encomiendas de Aragón y Castilla, portando de hombre a hombre y de territorio a territorio el naciente culto. En ese sentido cabe la posibilidad, a día de hoy, de establecer vínculos entre antiguas bailías y  encomiendas que puedan dar pie a la configuración de una ruta que tenga como destino la Vera Cruz de Caravaca, si tenemos en cuenta la relación de dicha Orden con un camino histórico medieval como es el de Santiago.

Es a partir de la existencia del Lignum Crucis en Caravaca de la Cruz cuando se van recuperando hechos que atestiguan la devoción a la Vera Cruz en esta parte de la península ibérica.

Sirva de testimonio, en 1363, el hecho de que una vecina de Molina de Segura, en su testamento, dejase  establecido que se mandase un maravedí a la Vera Cruz de Caravaca. Así pues, a tenor de lo expuesto, podemos afirmar que  el culto a la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, prácticamente desde su aparición y presencia histórica está reconocido y consolidado ya  en el siglo XIV. En ellas  dejó clara referencia al desplazamiento de peregrinos desde partes lejanas hasta Caravaca, entonces tierra de frontera con el Islam. Además la aparición en el mismo siglo XIV, al parecer en 1384, del ritual del Baño del Agua, al que se le atribuyeron poderes milagrosos frente a adversidades de ámbito natural y frente a enfermedades, se convierte  en otro factor demostrativo de la consolidación del culto y de la atracción ejercida por el mismo, coincidiendo con la Fiestas de la Invención de la Cruz.

Otro testimonio, es la donación del Maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa, en su peregrinación a Caravaca, en 1390, que demuestra la divulgación del culto a la Vera Cruz en los ámbitos de la Orden de Santiago, o al menos en su provincia de Castilla. La propia inscripción, “Domini Laurentii  Çuareii de Figueroa Cruce Tecam Precepii Veri Notuum” (“Don Lorenzo Suárez de Figueroa mandó hacer esta caja para la denominada Vera Cruz”) lo testimonia. Este hecho demuestra que el más alto cargo de la Orden de Santiago, en el momento de la ejecución de esta obra, tenía en gran aprecio al lignum crucis de Caravaca y profesaba una profunda veneración al mismo, de ahí que no se conformara con una dádiva cualquiera, sino que encargó una arqueta en la que se custodiara, de manera digna, el referido lignum crucis.

En tercer lugar las Bulas de Clemente VII (1378-1394), desde Avignon, a favor de la Capilla de la Santa Cruz de Caravaca, explicitan de forma clara y concisa la implantación de ese culto, no solamente en la zona, sino en otros lugares de España, así como deja clara y meridiana la realidad en aquellos momentos (1379, 1392) de la existencia de peregrinaciones, que sin duda se harían a través de los pocos caminos y rutas existentes en la época, sobre la red deteriorada de calzadas romanas de distinta categoría. La presencia de los Caballeros de la  Orden de Santiago, custodios asimismo del Camino de Santiago, se convertiría a su vez en una garantía para quienes se atrevieran a peregrinar a Caravaca. Ello también pudo ser un acicate en las referidas peregrinaciones, al tiempo que la Orden, a través de sus freyres y religiosos, se convertía en un magnífico agente de difusión.

Igualmente resalta el hecho del establecimiento del culto a la Vera Cruz y de peregrinaciones importantes a su capilla: «...y que a la Capilla de la Santa Cruz de dicho real Castillo concurre gran multitud de los mismos fieles, que vienen de lejanas partes, por los grandes milagros que ha obrado, y todos los días obra la divina clemencia, principalmente librando a los fieles de Cristo  cautivos por los sarracenos.»

De aquí podemos deducir que ya a finales del siglo XIV el culto a la Vera Cruz había adquirido una notable expansión en el ámbito cristiano (« ...concurre gran multitud de los mismos fieles, que vienen de lejanas partes…»), convirtiéndose su capilla en santuario de peregrinación, en una época eminentemente teocéntrica como lo era la Baja Edad Media, teniendo como eje fundamental un fragmento de la Cruz de Cristo que, según se afirmaba en la época, había obrado milagros.

Además el Pontífice hace expreso su deseo de que la Capilla se fortalezca como centro de peregrinación y de recepción de limosnas, las cuales habrían de servir para que la defensa del cristianismo, a través de la Orden de Santiago, se hiciera firme en una zona frontera con los sarracenos.

La ruta templaria entre Caravaca de la Cruz y el Camino de Santiago.

Así como en diferentes áreas territoriales de España ha sido posible justificar, de manera documental, la existencia de caminos que en su día sirvieron como vías de peregrinación hacia la Real Capilla de la Vera Cruz de Caravaca, teniendo como pilares fundamentales a la Orden de Santiago y a órdenes religiosas tales como jesuitas, franciscanos y carmelitas, la documentación en relación con la Orden del Temple y el área de su radicación es bastante escasa, debido sin duda a la propia realidad de la violenta desaparición de esta orden militar.

La Orden del Temple tuvo relación con el Camino de Santiago y con Caravaca de la Cruz, jugando en este último caso un papel esencial en la presencia de su lignum crucis y, sin lugar a dudas, en los inicios del culto al mismo y de su difusión. Fueron custodios del Camino y fundadores y guardianes del culto a la Santa Vera Cruz de Caravaca.

Todos los indicios apuntan a un establecimiento de los templarios en Caravaca impulsado por los aragoneses. Es más, la campaña aragonesa, frente a la sublevación mudéjar del Reino de Murcia en la que intervino intensamente el Temple,  la dirigió el templario Pere de Queralt, lugarteniente del Temple en Aragón,  consiguiendo la derrota musulmana, en 1266.

El culto a la Santa Vera Cruz de Caravaca va tomando cuerpo y se expande por ambos reinos, llevado por los freires templarios y cuantas personas tuvieran relación con ellos y con Caravaca. Pero, por otra parte, el culto al Apóstol Santiago, cuando el Temple se asienta en el Reino de Murcia, llevaba ya en torno a tres siglos, dando pie a peregrinaciones desde distintos puntos de la Península Ibérica principalmente durante la Baja Edad Media. Naturalmente también desde el Reino de Murcia. Es más, una leyenda, que a día de hoy ya se ha constituido en tradición, establece que el Apóstol Santiago llegó a la Península Ibérica desembarcando en Cartagena (Murcia).

RECORRIDO

De entre esos puntos hallamos que Calatayud, Daroca, Alfambra, y Teruel ya formaron parte de uno de los itinerarios que siguió Jaime II de Aragón entre 1296 y 1301 cuando, a través de Valencia, llegó al Reino de Murcia, ocupando Caravaca, que dependió durante ocho años de la Corona de Aragón. El uso de este itinerario por el rey aragonés demuestra la segura comunicación entre esos puntos.

Asimismo, de la Edad Media consta la existencia de un camino importante que unía Puente la Reina (a través de Estella, Los Arcos y Logroño) con Tudela, y ésta, a través de Zaragoza, con Calatayud, Daroca y Teruel. Desde Teruel había un importante punto de unión con Albarracín y desde allí a Cuenca, que a su vez unía con Albacete.

En el siglo XV está constatado el viaje de Jerónimo Münzeh, desde Roncesvalles, por Pamplona, Olite, Tudela, Zaragoza y Calatayud.

Por su parte, el mapa de caminos de Juan de Villuga, en 1546, mantiene, en parte, la ruta anterior, destacando por ejemplo la comunicación entre Teruel y Albarracín con Cuenca, y de ésta con Albacete y Caravaca. Existe asimismo un camino que une Santiago de Compostela con Valencia, ya constatado en el siglo XVI y reflejado por Juan de Villuga, con el que se podría contactar en Utiel o Requena, ya cerca de Casas Ibañez.

CURIOSIDADES A TENER EN CUENTA

¿Pudieron existir flujos de peregrinos que visitaran uno y otros santuarios?

Es muy probable. Es más, parece seguro que se establecieran y traspasaran los siglos venideros. Así, en el siglo XVII, concretamente el año 1696, está perfectamente constatado y documentado el bautismo, en Caravaca, de una hija de peregrinos, que habría de adoptar el nombre de María de la Cruz, procedentes de la ciudad de Estella, en Navarra, y que a su vez habían visitado los santuarios de Monserrat y Santiago de Compostela. Y lo que parece lógico es que ellos no fueran ni los primeros ni los únicos en la historia, sino que más bien seguirían una tradición cristiana, seguramente de siglos, ligada a la devoción existente en torno a los santuarios referidos, que originó movimientos de peregrinación y de interconexión entre los mismos.

Se trata de una ruta que puede ser realizada en uno u otro de los sentidos. Bien partiendo del Camino de Santiago, ya sea Roncesvalles o Puente la Reina (Navarra) hacia Caravaca de la Cruz o, al contrario, llegar a Caravaca de la Cruz por El Camino de la Vera Cruz y desde allí partir hacia el Camino de Santiago, teniendo como objetivo Puente la Reina.

Localización

Latitud: 38.106264   |   Longitud: -1.860652

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